MINA SAN JOSE, Chile .- Dos de los cinco mineros liberados de las entrañas de la fatídica mina San José, que aun retenía a otros 28 trabajadores, fueron trasladados en helicóptero en la madrugada del miércoles hasta el cercano hospital de Copiapó, en la última fase de la inédita operación de rescate, que no tiene un símil en el resto del mundo.
Los mineros estuvieron 69 días a 700 metros de profundidad, con una temperatura de 30 grados centígrados y una humedad del 90%.
Pasadas las 04.00 de la madrugada locales, la aeronave despegó desde un improvisado helipuerto levantado a unos centenares de metros de la boca de la mina, que en pocos minutos llegó a la ciudad, distante 50 kilómetros al oeste, y aterrizó en una cancha del regimiento del ejército en Copiapó. Enseguida fueron trasladados en ambulancia al centro asistencial.
Todos los mineros serán llevados hasta el Hospital Regional, donde permanecerán unas 48 horas, mientras se les realizan exámenes más complejos que los practicados en el centro de salud de campaña instalado en las cercanías del túnel por los que emergieron a la superficie.
El hospital de Copiapó fue rodeado de vallas metálicas y sólo podían acercarse las personas con una credencial especial.
Las calles aledañas fueron cerradas, lo que no impidió que pese a la hora decenas de personas se apostarán con banderas para recibir con gritos de alegría a los mineros, a los que no pudieron ver.
Cuando todos los mineros sean rescatados, estarán divididos en dos pisos del hospital. En uno estarán los que no presenten enfermedades y en el otro los que sí requieran más cuidados.
Sólo uno de ellos estará en una habitación individual, el boliviano Carlos Mamani, porque dentro de pocas horas recibirá la visita de su presidente, Evo Morales.
El protocolo médico establece que después de ser rescatados, los trabajadores deben pasar algunas horas en el hospital de campaña para ser hidratados, antes de ser conducidos a Copiapó.
El presidente Morales, que prometió que le conseguirá a Mamani en Bolivia trabajo y casa, llegará al aeropuerto de Copiapó y de allí se dirigirá al hospital.
En el hospital a Mamani lo esperaban varios familiares que viajaron desde Bolivia. Su hermana Nélida aprovechó de solicitar ayuda: "Lo que quería pedirle al presidente de Bolivia (es) que nos ayude en todo lo que pueda necesitar Carlos".
Verónica Quispe, esposa de Mamani, agradecía sin parar por el apoyo recibido. "Estamos muy agradecidos de todo Chile, no nos abandonó nunca. estamos muy alegres", dijo.
El segundo en ser izado fue Mario Sepúlveda, de 40 años, y quien tras ser sometido a rápidos análisis hizo una breve declaración transmitida por la televisora nacional.
"Creo que tuve una suerte extraordinaria... estuve con Dios y con el Diablo...y me agarré a Dios", dijo Sepúlveda. Pidió además que lo siguieran tratando como a un simple minero y no como "un artista, un periodista".
Luego de que el primer minero emergió a la superficie, el presidente Sebastián Piñera advirtió que esta mina y muchas más no volverán a abrir mientras no se garantice la seguridad de sus trabajadores.
"Lo mismo va a ocurrir con muchas otras minas de nuestro país, y no solamente en la minería, estamos haciendo una revisión completa de las normas de seguridad y protección de nuestros trabajadores en el sector de la minería, de la construcción, en el transporte, la pesca y la industria", señaló.
Destaca el ánimo y el buen aspecto físico con el que han salido los mineros rescatados hasta ahora. En la próxima tanda deben empezar a subir los trabajadores que presentan diversas patologías, como diabetes, hipertensión e infecciones dentales y de la piel.
Los mineros son izados en una cápsula de acero, de cuatro toneladas, y 53 centímetros de diámetro, pintada con los colores de la bandera chilena, blanco, azul y rojo.
La jaula, bautizada como Fénix, llega a un taller, a 622 metros de profundidad, y al que los mineros tienen acceso desde el refugio o salón de comidas donde quedaron atrapados. Desde el taller, que esta a menor profundidad que el refugio, los mineros pueden desplazarse por un corredor de unos 360 metros de largo.
La difícil odisea en la que se sumergieron los mineros comenzó el pasado 5 de agosto, cuando un derrumbe tapó la galería, la única vía de escape que tenían los obreros, porque los dueños de la mina no cumplieron con la obligación de tener una segunda vía de salida, por lo cual están demandados.
En el Campamento Esperanza, montado espontáneamente por las familias y agigantado por la prensa local y mundial, todo era felicidad.
El rescate de los mineros muestra la excelencia de la ingeniería chilena, que con la cooperación de firmas internacionales, venció la dura roca del cerro donde está la mina San José, 850 kilómetros al norte de Santiago, en lo que fue una tarea titánica, que de paso marcó un récord al sacar a la superficie a los trabajadores que más tiempo han permanecido a 700 metros de profundidad.
Tras quedar atrapados los mineros pasaron 17 días antes de que se supiera que los estaban vivos, luego que una sonda cavó un túnel angosto hasta el fondo del socavón.
Los trabajadores se comunicaron con los rescatistas antes que los expertos lo hicieran con ellos: amarraron a una de las barras de la sonda un mensaje escrito con grandes letras rojas que decía "Estamos bien en el refugio, los 33".
Habían sobrevivido porque racionaron unas pocas latas de pescado en conserva y leche. Comieron cada 48 horas un par de cucharadas de comida y unos sorbos de leche.
Las labores de rescate se iniciaron al día siguiente del accidente, pero un nuevo derrumbe terminó con la posibilidad de sacar a los mineros por los ductos de ventilación.
Los mineros estuvieron 69 días a 700 metros de profundidad, con una temperatura de 30 grados centígrados y una humedad del 90%.
Pasadas las 04.00 de la madrugada locales, la aeronave despegó desde un improvisado helipuerto levantado a unos centenares de metros de la boca de la mina, que en pocos minutos llegó a la ciudad, distante 50 kilómetros al oeste, y aterrizó en una cancha del regimiento del ejército en Copiapó. Enseguida fueron trasladados en ambulancia al centro asistencial.
Todos los mineros serán llevados hasta el Hospital Regional, donde permanecerán unas 48 horas, mientras se les realizan exámenes más complejos que los practicados en el centro de salud de campaña instalado en las cercanías del túnel por los que emergieron a la superficie.
El hospital de Copiapó fue rodeado de vallas metálicas y sólo podían acercarse las personas con una credencial especial.
Las calles aledañas fueron cerradas, lo que no impidió que pese a la hora decenas de personas se apostarán con banderas para recibir con gritos de alegría a los mineros, a los que no pudieron ver.
Cuando todos los mineros sean rescatados, estarán divididos en dos pisos del hospital. En uno estarán los que no presenten enfermedades y en el otro los que sí requieran más cuidados.
Sólo uno de ellos estará en una habitación individual, el boliviano Carlos Mamani, porque dentro de pocas horas recibirá la visita de su presidente, Evo Morales.
El protocolo médico establece que después de ser rescatados, los trabajadores deben pasar algunas horas en el hospital de campaña para ser hidratados, antes de ser conducidos a Copiapó.
El presidente Morales, que prometió que le conseguirá a Mamani en Bolivia trabajo y casa, llegará al aeropuerto de Copiapó y de allí se dirigirá al hospital.
En el hospital a Mamani lo esperaban varios familiares que viajaron desde Bolivia. Su hermana Nélida aprovechó de solicitar ayuda: "Lo que quería pedirle al presidente de Bolivia (es) que nos ayude en todo lo que pueda necesitar Carlos".
Verónica Quispe, esposa de Mamani, agradecía sin parar por el apoyo recibido. "Estamos muy agradecidos de todo Chile, no nos abandonó nunca. estamos muy alegres", dijo.
El segundo en ser izado fue Mario Sepúlveda, de 40 años, y quien tras ser sometido a rápidos análisis hizo una breve declaración transmitida por la televisora nacional.
"Creo que tuve una suerte extraordinaria... estuve con Dios y con el Diablo...y me agarré a Dios", dijo Sepúlveda. Pidió además que lo siguieran tratando como a un simple minero y no como "un artista, un periodista".
Luego de que el primer minero emergió a la superficie, el presidente Sebastián Piñera advirtió que esta mina y muchas más no volverán a abrir mientras no se garantice la seguridad de sus trabajadores.
"Lo mismo va a ocurrir con muchas otras minas de nuestro país, y no solamente en la minería, estamos haciendo una revisión completa de las normas de seguridad y protección de nuestros trabajadores en el sector de la minería, de la construcción, en el transporte, la pesca y la industria", señaló.
Destaca el ánimo y el buen aspecto físico con el que han salido los mineros rescatados hasta ahora. En la próxima tanda deben empezar a subir los trabajadores que presentan diversas patologías, como diabetes, hipertensión e infecciones dentales y de la piel.
Los mineros son izados en una cápsula de acero, de cuatro toneladas, y 53 centímetros de diámetro, pintada con los colores de la bandera chilena, blanco, azul y rojo.
La jaula, bautizada como Fénix, llega a un taller, a 622 metros de profundidad, y al que los mineros tienen acceso desde el refugio o salón de comidas donde quedaron atrapados. Desde el taller, que esta a menor profundidad que el refugio, los mineros pueden desplazarse por un corredor de unos 360 metros de largo.
La difícil odisea en la que se sumergieron los mineros comenzó el pasado 5 de agosto, cuando un derrumbe tapó la galería, la única vía de escape que tenían los obreros, porque los dueños de la mina no cumplieron con la obligación de tener una segunda vía de salida, por lo cual están demandados.
En el Campamento Esperanza, montado espontáneamente por las familias y agigantado por la prensa local y mundial, todo era felicidad.
El rescate de los mineros muestra la excelencia de la ingeniería chilena, que con la cooperación de firmas internacionales, venció la dura roca del cerro donde está la mina San José, 850 kilómetros al norte de Santiago, en lo que fue una tarea titánica, que de paso marcó un récord al sacar a la superficie a los trabajadores que más tiempo han permanecido a 700 metros de profundidad.
Tras quedar atrapados los mineros pasaron 17 días antes de que se supiera que los estaban vivos, luego que una sonda cavó un túnel angosto hasta el fondo del socavón.
Los trabajadores se comunicaron con los rescatistas antes que los expertos lo hicieran con ellos: amarraron a una de las barras de la sonda un mensaje escrito con grandes letras rojas que decía "Estamos bien en el refugio, los 33".
Habían sobrevivido porque racionaron unas pocas latas de pescado en conserva y leche. Comieron cada 48 horas un par de cucharadas de comida y unos sorbos de leche.
Las labores de rescate se iniciaron al día siguiente del accidente, pero un nuevo derrumbe terminó con la posibilidad de sacar a los mineros por los ductos de ventilación.
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