La lectura es la fuente inagotable del conocimiento humano. Todo proceso de lectura tiene durante y después del mismo la obtención de una serie de informaciones que pasan a formar parte del conglomerado o cúmulo de saberes de la persona que lee. Saberes que puede utilizar en cualquier momento de la cotidianidad vivencial.
El acto de leer constituye la herramienta principal para lograr los aprendizajes esperados de los educandos, ya que, la práctica continua de lectura enriquece el vocabulario de los usuarios de una lengua, corrigiendo el registro existente e incorporando nuevos vocablos en el mismo. Por lo que es un medio excelente para favorecer las competencias léxica, ortográfica y demás competencias comunicativas de la lengua.
Asimismo el acto de leer posibilita en el lector el uso consciente de la lengua o conciencia lingüística, en las diferentes intervenciones conversacionales en los distintos actos de habla. Un ejemplo de ello es cuando los hablantes lectores muestran habilidades en la formulación de juicios y comentarios; en formular y relacionar conceptos; en recibir y extrapolar informaciones en las distintas situaciones de comunicación que se presenten. Esto se debe al dominio que se tenga en el uso de la lengua, dado por las lecturas intencionadas en prácticas repetitivas.
Es por ello la necesidad de que el docente priorice el uso de la lectura crítica en el desarrollo de las actividades curriculares áulicas y provocar la continuidad de esta en horarios extra clases, pero de manera dinámica y entusiasta para el alumno nunca como castigo ni obligación.
En definitiva, el ejercicio permanente de leer proporciona al individuo los conocimientos en todas las áreas del saber científico. Es un elemento decisivo para la proyección social e individual de las personas.
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