29 jul 2013

Es con Dios; no con los Curas o los Pastores

Por:  Milton Olivo

El naufragio o decadencia de nuestra civilización es porque se ha perdido la razón de muchas cosas.

Por ejemplo la religión: Es un compromiso personal con leyes o mandatos que por su valor inherente resultan divino.

Esos mandatos, son las columnas que soportan el edificio de nuestras sociedad, de nuestra civilización.

No es, que por no cumplirlos no ganaremos el infierno; y cumplirlos el cielo; ese cielo y ese infierno primeramente están aquí. En nuestras calles, hogares, oficinas, etc.

Matar, Robar, Mentir y violentar los otros mandamientos; son venenos que alteran y destruyen la sana convivencia de los individuos, las familias y las empresas en una sociedad.

Tenemos que despertar y entenderlo. Su cumplimiento fortalecen la convivencia, su violación destruyen esa convivencia. Es un asunto primeramente de aquí ahora.

Hay que volver al Amor. Al; “Haz por los demás siempre, lo que te gustaría que los demás en iguales circunstancia hicieran por ti”. Asumirlo y practicarlo. ¿Lo practica?

Tenemos que volver al; “No le hagas a los demás, lo que no quieren que te hagan a ti”. Asumirlo y practicarlo. ¿Lo practica?

Ese es el Cristianismo. Esa es la filosofía de la convivencia basada en el Amor, la Justicia y la Solidaridad. ¿Lo practica?

Si es en la iglesia donde estos valores se fertilizan, se asumen, se fortalecen, entonces volvamos a la iglesia. Nuestra sociedad lo necesita. Nuestros hijos lo necesitan.

Cada vez que los demonios que no fueron educados en estos mandatos, que no aplican estos mandatos matan; están matando el hijo de alguien, el papa de alguien, el esposo de alguien, el tío de alguien. Al hermano de alguien. Basta.

Tenemos que erradicar el mal. Y la medicina debe ser más fuerte que la enfermedad para poderla vencer y destruir. Si no se logra con la palabra, hay que cortarlos de raíz.

Salgamos del vientre del miedo. Nos estamos dejando acorralar. Quienes actúan violentando los principios requieren el mismo tratamiento; ya sean delincuentes, políticos o los que sean.

El compromiso con los principios que nuestra civilización ha asumido como divino; practicarlo es un compromiso con Dios, con nosotros mismos, con el prójimo, no con el Cura o los Pastores.

Y como Dios vive en nuestros corazones, todo compromiso con él, es un compromiso con nosotros mismos, y por nosotros mismos.

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