Nota enviada a la sala de redacción de Las Calientes del Sur.
El primer hecho que embarga de profunda consternación a nuestra familia, es la muerte a destiempo de un joven en los albores de su vida. Indudablemente es la primera y más afectada víctima de esta nefasta experiencia. Nos unimos al dolor de los parientes, amigos y relacionados del fallecido, pues sabemos como quiera que ocurra un hecho de esa naturaleza, la pérdida de un ser humano supone una lesión incurable, primero para su familia, luego para la sociedad.
El primer hecho que embarga de profunda consternación a nuestra familia, es la muerte a destiempo de un joven en los albores de su vida. Indudablemente es la primera y más afectada víctima de esta nefasta experiencia. Nos unimos al dolor de los parientes, amigos y relacionados del fallecido, pues sabemos como quiera que ocurra un hecho de esa naturaleza, la pérdida de un ser humano supone una lesión incurable, primero para su familia, luego para la sociedad.
La segunda víctima, gracias a informantes irresponsables y aviesos especuladores, es la verdad. Además de la afección moral que nos sobrecoge, hemos tenido que leer y escuchar en medios de comunicación masivos, la falseada versión de que el conductor que se hallaba al volante, quien pertenece a nuestra familia por ser esposo de una de nuestras miembras, supuestamente se dio a la fuga. Nada más alejado de la verdad.
Ocurrido el siniestro, tanto el conductor como su acompañante se acercaron a la víctima y, una vez que se percataron de que no podía hacerse nada, dado el estado del accidentado, se dirigieron al destacamento policial, donde fue detenido, no sin antes haber llamado a las autoridades de tránsito y al seguro para el inmediato envío de ambulancia y paramédicos.
Recomendamos a los profesionales de la comunicación, que obtengan informaciones oficiales de primera mano. Pueden hacerse de actas o certificaciones de la Policía Nacional, particularmente del destacamento de Pedro Corto. Así estarán seguros de que decimos absolutamente la verdad.
Finalmente, somos conscientes de que lo que menos interesa a quienes más han perdido en este caso, es establecer responsabilidades y culpabilidad. No obstante, queremos dejar fijado en el ánimo colectivo, que la proporcionalidad de nuestra responsabilidad en los resultados de ese terrible accidente es mínima, toda vez que la siniestralidad de personas que realizan carreras de velocidad en la vía pública, sin casco protector y conduciendo motocicletas de manera temeraria, es extremadamente alta.
Ojalá nunca se repita. Hagamos conciencia en nuestros familiares y amigos, sobre lo peligroso, funesto y fatal, para uno y para los demás, que es el manejo temerario de vehículos de motor.
Atentamente,
Alsis Raynely Jiménez
Abogado y miembro de la familia Jiménez del Rosario
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